No es que sea desagradecido, pero si Dios me hubiera premiado con mayor fortuna, hoy estaría celebrando en unidad con mi madre, hermanos y sobrinos, el cumpleaños 92 del natalicio de mi padre Aulio César Ricard Garcés; pero con profunda nostalgia hoy recordamos el 5to aniversario de su partida.
Un día 09 de abril de 1924 nació mi padre, en la Villa de Asís, Quibdó, en el seno de la familia que constituyeron Guillermo Ricard Mendoza, un descendiente de emigrantes franceses, proveniente de Cartagena, y Eulogia Garcés Salge, una dama de la reconocida Carrera Primera de la Quibdó colonial; pero el desarrollo de sus más grandes y hermosas vivencias tuvieron lugar en la majestuosa Costa Pacífica chocoano.
Con sus relatos majestuosos de gran historiador, que sus padres habían llegado al Pacífico por allá en los finales de los años veinte luego de hacer un viaje casi suicida, recorriendo la inhóspita selva chocoano, atravesando sus ríos y montañas desde Quibdó hasta salir a Nuquí, en un recorrido a pie que duró más de 15 días. Mi padre tan sólo contaba con 5 años de edad. Pero su interés de brindar educación a los pueblos del Pacífico fueron la mayor motivación de mis abuelos para llegar y quedarse en esas tierras siendo los primeros maestros oficiales en recorrer cada pueblo del Pacífico Chocoano, desde el Bajo Baudó hasta Juradó llevando educación y una visión de vida distinta a sus pobladores, hasta radicarse finalmente en El Valle-choco donde construyeron una vida de reconocimiento y respeto.
Nada hubo en la vida que tuviera mayor valor que la EDUCACIÓN, para Aulio César Ricard Garcés . Lo digo yo como su hijo y alumno, como también sé que lo pueden confirmar tantos hombre y mujeres que lo tuvieron como Profesor y Maestro. Nos educó con amor y disciplina, con los pies bien puestos en la tierra bajo el postulado de «Quien quiera pan celeste que le cueste«, para enseñarnos que nada en la vida es fácil y que podíamos tener grandes sueños, pero ante todo tendríamos que estar dispuestos a PAGAR EL PRECIO por lograr aquello que anhelaríamos en la vida.
Educó con el ejemplo de sus propias vivencias, pues nos contaba las travesías que año tras año tuvo que emprender a pie desde El Valle, a la Ensenada de Utría para luego adentrarse en la inmisericorde selva en dirección al Buaudó y otros lugares para llegar finalmente a Quibdó a estudiar, en la Normal Superior para Varones de donde se graduó como Maestro, para dar continuidad a la misión que años atrás había iniciado sus padres en el Pacífico; e igual que ellos, recorrió el Pacífico ya no como el chico que acompañaba a sus padres sino como el Maestro Aulio, como se le reconoció en todos los pueblos del Pacífico.
Así llegó a Juradó, donde logró la más grande conquista de su vida: Enamorar a Aracelly Perea Córdoba, quien se convertiría en su esposa y no solo en la madre mía, sino en la madre de los trece (13) hijos que hoy le sobreviven.
No escribo estas letras solo a la memoria de mi padre, sino también a la memoria del padre de Aulio Cesar, Nelcy Estella, Nury Elcira, Nazly Enna, Aracelly, Guillermo, Astrid, Gamal Adel, Aitza, Zully María, Dally Lucero y Monica Ricard Perea, mis doce (12) hermanos, hijos de mi padre y de mi madre. Tan sólo ellos y yo sabemos el gran tesoro que Dios nos regaló como padre; tan sólo ellos, mi madre y yo podemos hoy sentir el dolor de su partida y extrañar su presencia en medio de nosotros, siempre atento de nuestro bienestar, feliz de nuestra llegada a visitarlo y darnos la bienvenida y despedida con su infaltable bendición: la bendición de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Aulio César Ricard Garcés (09/04/1924 Quibdó – 09/04/2011 Roldanillo – Valle del Cauca).
Mi eterna gratitud a Dios por el padre que me dio.
JUNTOS POR LA ETERNIDAD
Hoy parece un día común y corriente en el transcurrir del Valle – Chocó, mi pueblo, pero este día y fecha en especial tiene un gran significado para la familia Ricard Perea. El ocho de octubre del año 1948 nació mi madre ARACELLY PEREA CÓRDOBA, allá en Juradó (Chocó), en la frontera con la hermana República de Panamá, pero aquí vivió desde su juventud temprana y aquí formó una familia, una gran familia. Así que hoy estuviéramos celebrando su cumpleaños número 83; pero como la muerte no es el fin de la existencia de nuestros seres amados, sino que marca una forma diferente de tenerlos, sentirlos y amarlos, en honor a esta celebración de cumpleaños, en cuerpo distante, hemos traído los restos mortales de nuestro padre AULIO CÉSAR RICARD GARCÉS, su esposo y compañero eterno, en cumplimiento de su voluntad, para que descanse a su lado, y permanezcan juntos, unidos por la eternidad.
Este día celebramos el regreso de mi padre al Valle Chocó, después de 10 años de su fallecimiento, el 09 de abril de 2011, en la ciudad mágica de Roldanillo (Valle del Cauca), lugar donde disfrutó sus últimos años de vida. Es el regreso a su tierra, aquella tierra que pisó de niño allá en los años 30, cuando sus padres Guillermo Ricard Mendoza y Eulogia Garcés Salge, venidos desde Quibdó decidieron que era El Valle, en esa época apenas un pequeño caserío, el lugar donde se establecerían para siempre. Ya no queda nadie con vida de esos viejos de antaño que puedan hoy contarnos de aquellos tiempos memorables, solo queda en la memoria de pocos los recuerdos de las vivencias compartidas con quienes fueron el profesor Guillermo Ricard y la maestra Eulogia Garcés, pero de lo que sí estoy seguro es que no podremos sacar de nuestras entrañas las enseñanzas y el legado que han dejado en este pueblo que llegó a convertirse en el referente de la educación en todo el Litoral Pacífico.
Fueron más de 40 años dedicados a la educación, la educación como vocación y servicio, a esa educación que se ejercía a punta de sacrificio, por amor y como compromiso irrenunciable, persiguiendo como única recompensa lograr transformar las vidas de sus alumnos. Fueron muchos los caminos recorridos a pie, días y noches en medio de la selva, como fueron muchas las afecciones respiratorias, porque en muchas de esas caminatas les tocaba pasar el día entero con la ropa mojada por las intempestivas lluvias que son frecuentes en nuestra región. Pero nunca flaqueó, nunca se quejó y nunca renunció a cumplir con el juramento que hizo a sus padres, de continuar construyendo el legado que ellos habían iniciado.
Fueron la Escuela Miguel Ángel Arcos y la Normal Santa Teresita del Valle – Chocó, las instituciones educativas a las que dedicó la mayor parte de su tiempo de servicio. Allí, en sus aulas, como Maestro de escuela y como Profesor del área de Sociales, contribuyó a la formación de cientos de sus alumnos que hoy sobresalen como Maestro, o Profesionales en diversas áreas del saber. Muchos disfrutamos de sus enseñanzas, de la narrativa de sus historias, de sus consejos, de sus motivaciones para que fuéramos grandes profesionales. Quienes seguimos sus consejos y enseñanzas, damos testimonio de su buena dirección.
Hoy, en honor a la memoria de los grandes personajes que le han dado reconocimiento y distinción a este hermoso pueblo como centro de la Educación en el Litoral Pacífico, en reconocimiento al legado de grandes maestros como Guillermo Ricard Mendoza, Eulogia Garcés, Paulino Abadía, Isabel Abadía, Felipe Mena, Guzmán Anelio Bermúdez, Clodomiro Córdoba, Nelson Lemus, Antonio José Fajardo y otros que se escapan de mi memoria, las Instituciones Educativas del Valle deben recobrar su lugar y reconocimiento el Litoral Pacífico, en el departamento del Chocó y en Colombia; pues en donde sea que hemos estado ejerciendo profesionalmente los egresados de la Normal, como del Instituto Agrícola, hemos sabido dejar bien en alto el nombre de nuestras instituciones educativas de base. Que no se nos olvide que “Es la EDUCACIÓN el motor de desarrollo de los pueblos y, por tanto, la única herramienta para salir del atraso en el que seguimos sumidos”.
Hoy, la tierra arenosa y fresca del Valle Chocó albergará como su morada eterna los restos mortales de AULIO CÉSAR RICARD GARCÉS, el Maestro, el Esposo, el Padre, el ciudadano respetable de siempre. Descansa en esta tu tierra, en la que construiste tu legado de Gran Educador.
No resta más que decirles a todos los que le conocieron y trataron, a quienes fueron sus compañeros y alumnos… Gracias por haberlo tolerado, por guardar en ustedes y poner por obra algunas de sus enseñanzas… Dios bendiga con su inmenso amor cada día de su existencia.
Por: José Alí Ricard Perea 08-10-2021