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La salud del magisterio colombiano sigue en crisis, pese a un “gobierno amigo”

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El sistema de salud del magisterio en Colombia continúa en estado crítico, lo paradójico es que esta crisis ocurre bajo un gobierno que FECODE ha catalogado como “amigo”. No es un secreto que el sindicato respalda al gobierno de Gustavo Petro, y eso en sí mismo no es un problema. Lo preocupante es el silencio y la tibieza con que han enfrentado la grave crisis en la prestación del servicio de salud para los docentes. El bienestar de los maestros parece haber quedado en un segundo plano, relegado por la lealtad política.

El gobierno de Petro se comprometió a mejorar el servicio de salud del magisterio, garantizando atención digna y eficiente. Sin embargo, la realidad es otra: el problema no solo persiste, sino que el descontento de los docentes sigue en aumento. Los retrasos en la asignación de citas, la falta de medicamentos y la deficiente atención médica son constantes. La Fiduprevisora, lejos de solucionar la crisis, se ha convertido en un ente ineficiente, con denuncias por malos manejos y demoras en los pagos a los prestadores de salud, agravando aún más la situación.

En 2024, el gobierno implementó un nuevo modelo de atención que, lejos de ser la solución, ha sido un fracaso. Solo en mayo de ese año, la Superintendencia de Salud recibió más de 3.700 reclamaciones de docentes, la mayoría sin respuesta. La falta de pagos a prestadores ha llevado a la suspensión de servicios en varias regiones, dejando a los maestros en el limbo. Las protestas han surgido en distintos departamentos, pero la respuesta ha sido la misma de siempre: promesas vacías, excusas y reuniones sin soluciones concretas.

Un argumento recurrente para justificar este caos es que existe un “sabotaje” dentro de la Fiduprevisora. Pero, ¿hasta cuándo esta excusa? Si el problema es realmente un sabotaje interno, ¿por qué el gobierno no ha intervenido donde ocurre? Es innegable que la administración Petro tiene todas las herramientas para actuar, ya que el Consejo Directivo de la FOMAG está conformado por tres representantes del gobierno y solo dos de FECODE. Es decir, tienen mayoría absoluta para tomar decisiones, depurar la entidad y acabar con cualquier boicot, si realmente existiera. A diferencia de gobiernos anteriores, donde la relación con el sindicato era tensa, hoy el panorama es completamente favorable. Y aun así, la crisis sigue. Entonces, ¿hay realmente un sabotaje o simplemente una falta de voluntad política y gestión eficiente?

Es indignante que los docentes, en lugar de recibir un servicio de salud eficiente y oportuno, tengan que recurrir a intermediarios para acceder a lo que por derecho les corresponde. En muchos casos, deben buscar la ayuda de sindicalistas para que les agilicen la aprobación de una cita con un especialista o incluso la entrega de medicamentos. Otros, en la desesperación, denuncian en medios de comunicación como la Red Emisora Estudiantil de Antioquia – REEA, con la esperanza de que la presión pública les garantice la atención negada por el sistema. Esta realidad no solo es vergonzosa, sino que refleja el nivel de precariedad en el que se encuentra la salud del magisterio colombiano.

Si este es el trato que reciben los educadores en un gobierno que se dice aliado de sus luchas, ¿Qué se puede esperar en el futuro? La crisis de la salud del magisterio no es solo un problema administrativo; es una traición a quienes creyeron que esta vez en este tema las cosas serían diferentes.

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