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HACIA LA PROFESIONALIZACIÓN DEL DOCENTE UNIVERSITARIO

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Por: Efraín Alzate Salazar.

La pandemia trastocó los ideales de la educación, desde el momento en que se debió dar el paso a la masificación en el uso de las nuevas tecnologías para abandonar el necesario contacto humano en el proceso enseñanza aprendizaje. Esta sombría época de miedos, de virus y microbios, llevó a los docentes a nuevos aprendizajes y a los estudiantes a adecuarse a las herramientas de trabajo desde casa para dar cumplimiento a sus obligaciones académicas. Aun así, abrigo la esperanza de que un día las escuelas, colegios y universidades, vuelvan a ser el lugar de encuentro con la palabra y la inteligencia. No queda duda de la gran contradicción en el ámbito de lo social en un país como Colombia que patina en el vagón de la premodernidad, al dar mayor privilegio a los centros comerciales que a la educación.

En tiempos de pandemia abordé varias lecturas del profesor y escritor italiano Nuccio Ordine, quien sostiene una frase maravillosa en su texto- solo los buenos profesores pueden cambiar la vida de un estudiante: “Ninguna plataforma digital puede cambiar la vida de un estudiante, solo los buenos profesores pueden hacerlo. Estamos olvidando que sin la vida comunitaria, sin los rituales que regulan los encuentros entre profesores y alumnos en las aulas no puede haber ni transmisión del saber, ni formación auténtica” (Ordine, 20220)


Las Instituciones de Educación Superior con el ánimo de acogerse a estándares y exigencias de orden nacional en cuanto a calidad de la educación que imparten, empiezan a nombrar sus docentes obedeciendo a exigencias que la ley les plantea. En este sentido, la ley 30 de 1992 en su artículo 71 orienta la calidad de los docentes para que tanto ellos cumplan sus deberes conforme al carácter de su nombramiento y la Institución cumpla con las obligaciones de ley para con ellos. “ los profesores podrán ser de dedicación exclusiva, de tiempo completo, y de hora cátedra.

De igual manera el decreto 1330 de 2019 se explaya en directrices que tocan la autonomía universitaria indicando aspectos que tienen que ver con la condición de los docentes de las Instituciones de Educación Superior en el aparte artículo 2.5.3.2.3.1.2 numeral b. Hay un exceso de control en cuanto a la selección del cuerpo académico de las universidades: “La institución deberá contar con un grupo profesores que, en términos de dedicación, vinculación y disponibilidad, respondan a condiciones de calidad en coherencia con su naturaleza jurídica, tipología, identidad y misión institucional, para el desarrollo de sus labores formativas, académicas, docentes, científicas, culturales y extensión acorde con la normatividad vigente. A su vez, los profesores deberán facilitar la implementación de los planes institucionales y desarrollo de los procesos formativos de acuerdo con la cifra proyectada estudiantes.”

Sin embargo, a la preocupación que tienen hoy las universidades del país a raíz de la pandemia que las obligó a re-direccionar sus rutas de trabajo y de enseñanza aprendizaje y que además redujo considerablemente el número de estudiantes en sus carreras, no parece ser una preocupación de los doctos del Ministerio de Educación Nacional de este gobierno. Emiten decretos, leyes resoluciones hacia la regulación de la educación, para un país que no tiene la contingencia del Covid19. Se ignora la realidad social de la post-pandemia.


Los docentes, motor académico e intelectual de la Educación, deben acogerse a la normatividad que existe desde la ley 30 de 1992 hasta las nuevas leyes que regulan el registro calificado, acreditación de programas y a acreditación de las universidades. A decir verdad y conforme a lo que se plantea en este texto, en la universidad colombiana son precarios los salarios y estímulos para los docentes. La inversión en una maestría o en un doctorado no se ve reflejada en los honorarios que le asigna la Institución que le contrata, a no ser que sea su propia universidad la que le establece la beca para estudios de maestría y doctorado. A todo lo anterior se le colgó el inglés a los docentes como algo obligatorio enmarcado en los estándares del Marco Común Europeo como una muestra de lo que es nuestra educación: borrega y servil además de colonialista. Debiéramos pensar en el inglés con los estándares de un marco común para America Latina.

De los estándares de calidad a la empleomanía del docente universitario: las nuevas políticas educativas, llevaron a que las universidades ajustaran las exigencias en el campo de la formación de sus docentes, pero dichas exigencias no se equiparan con los costos que tiene la formación desde el hacerse profesional, especialista, magister hasta el doctorado. Las políticas educativas del país nunca han considerado este campo como de mayor interés, a diferencia de otros países del mundo que tienen en cuenta la importancia de la calidad de vida de los docentes en todos los niveles. Para darnos cuenta de la precariedad de los pagos de los docentes de nuestras universidades podemos verlo en el siguiente enlace: https://www.pulzo.com/economia/salario-profesores-universidades colombia. Si lo que alcanzaste a leer sucede en las universidades mayor ranking en Colombia, pensemos lo que sucede en las otras para entender el por qué un docente universitario en nuestro país se tiene que volver un mercenario de la academia o un académico que practica la empleomanía para sobrevivir. Para entender estos vicios, veamos lo que dice la ley 30 de 1992 sobre el ejercicio de la docencia en la educación superior.


Los docentes tiempo completo: Los de tiempo completo cumplirán 40 horas semanales. Dentro de este tiempo deberán asumir tareas de cátedra, investigación y proyección social de su facultad, además de atender requerimientos de sus estudiantes. Si bien en esta categoría de docentes la ley no les prohíbe otras actividades, por un acto de responsabilidad y ética profesional, es contradictorio cuando este se ocupa de medio tiempo o de tiempo completo en otras instituciones.

Los docentes de Exclusividad, que por lo general son aquellos docentes con una trayectoria académica impecable, comprometidos con los procesos de la institución, y que son convocados para este cargo como un reconocimiento y estímulo a su labor saben que, la responsabilidad que asumen es incompatible con actividades de docencia e investigación en otras instituciones, excepto las que la Universidad le asigne o autorice expresamente; por ello estos docentes de exclusividad, dedican toda su actividad académica a dar el crédito correspondiente a la institución que les asignó este compromiso que a la vez es un reconocimiento en las conferencias, seminarios, talleres, congresos, publicaciones en las que participe. (Ley 30 de 1992)


Por afanes y ambiciones económicas en unos casos, o por bajos salarios y precarias prestaciones sociales la mayoría de las veces, muchos docentes universitarios se ven abocados a lo que he llamado “empleomanía Academica” término con el que me refiero a los docentes que laboran en varias instituciones para complementar los vacíos de su canasta familiar, o para mejorar los ahorros para casos de emergencias en la vida cotidiana. Sin embargo considero forzado cuando un docente labora en dos o tres lugares bajo la modalidad de tiempo completo o de medio tiempo. Creo imposible dar rendimiento laboral y profesional en dos lugares, ya que la salud mental se afecta y la vida social mucho más.

“Colombia, un país que paga bajos sueldos a sus profesores: Aunque el país no tiene los peores sueldos, vale anotar que estos salarios solo existen para un grupo minúsculo de docentes de tiempo completo con un contrato estable. Colombia tiene muchos docentes de hora cátedra y ocasionales, con menores estímulos para investigar y ser productivos, pues tienen que estar buscando plan B para ajustar su salario». Pacheco, Iván. Investigador del Centro de Educación Superior Internacional de Boston College. (Pacheco, 2012)


Todos estas situaciones complejas que vive el docente en la universidad colombiana, lleva a la desmotivación en el ejercicio de la profesión, la que se refleja luego en la desazón del estudiante. Cuando estos llegan a la Universidad, un tanto hastiados del conductismo y la medianía que en gran medida vivieron en las escuelas y colegios, tienen la esperanza de que encontrarán un paradigma motivante que les estimule su proyecto de vida a partir de la carrera que eligieron. Pronto se dan cuenta que el modelo de educación vivido o padecido desde los primeros años de escolaridad hasta cursar su bachillerato, es idéntico al que se vive en el ámbito de la educación superior; algunos motivadores y acogedores, otros indiferentes y fríos sin un aliciente que contagie alegría para sentir que se eligió la carrera y la Universidad acertadamente. Y no es que un joven estudiante llegue a la Universidad con la ilusión de encontrar nuevas motivaciones para construir su futuro, pero sí mínimamente el espacio en donde se pueda debatir y confrontar ideas. Y es acá en donde se parecen mucho los modelos pedagogicos aplicados en la escuela y en la universidad.

Pero esto se hace más evidente cuando los estudiantes se encuentran con el docente que siempre está en otras ocupaciones, que no los puede escuchar porque está de prisa y va para otro lugar a vender su fuerza de trabajo mayor es la frustración. El docente llega agotado, diezmado de otros lugares donde labora, por ello no alcanza a motivar con sus discursos o a las prácticas evaluativas novedosas para que sea clase sea una auténtica fiesta del conocimiento. Nunca tendrá un docente agotado por excesos de trabaj


“El verdadero discípulo no es el que toma de su maestro las cosas, sino los modos. Y, a su vez, y esto es lo característico, deja en el espíritu del maestro modos y cosas suyas esenciales. Por lo que el gran profesor no solo lo es por su aptitud de crear discípulos verdaderos sino por otra cosa más importante, dejarse renovar por ellos” (Zabala, 2012). Los tiempos que vivimos parecen menos propicios a la construcción de figuras de docentes ejemplares y tan atractivas. La gestión predomina sobre la sabiduría y la rapidez sobre el sosiego. No es buen tiempo para los maestros, se piden especialistas.

El docente emplómano académico, no puede disfrutar a plenitud del encuentro con los jóvenes en el aula y mucho menos alcanza a evaluarlos con objetividad y responsabilidad; la angustia que vive frustra la alegría que significa la vida académica. En otras palabras esta forma de ejercer la docencia es antiacadémica y va contra las aspiraciones de los estudiantes que quieren ver en el docente una persona que les motive a vivir la academia y no a padecerla. Además, la investigación, que es el eje trasversal a las cátedras por exigencias de rigor para la alta calidad de programas, con un docente ocupado en muchas partes, no es ni será posible. Ahí está la razón por la que muchos ejercicios escriturales serios de los estudiantes y trabajos de investigación van a parar a la cesta de la basura, pues pocas veces tienen quien los pueda leer y evaluar con ánimo motivante, a lo sumos se les escribe: “cumple, no cumple” pero sin argumentos. Esto sucede porque los escenarios académicos de la docencia están regentados por personas que nunca pensaron llegar a ella, o por quienes se mantienen muy ocupados en otros lugares, además, porque estamos atiborrado de dictadores de clase o de catedráticos que no se no se formaron para el ejercicio de la docencia; por lo general son los maestros los que tiene el gusto por la enseñanza aprendizaje y quienes nos indican el camino hacia la vida intelectual.

“Tenemos por maestro a quien ha remediado nuestra ignorancia con su saber, a quien ha formado nuestro gusto o despertado nuestro juicio, a quien nos ha introducido en nuestra propia vida intelectual, a quien – en suma– debemos todo, parte o algo de nuestra formación y de nuestra información; a quien ha sido mayor que nosotros y ha hecho de su superioridad ejemplaridad; a alguien de quien nos hemos nutrido y sin cuyo alimento u operación no seríamos quien somos. Alguien, en fin, cuya obra somos en alguna medida”
(Zabalza.M.A, 2009)

Buena parte de nuestra capacidad de influencia y reconocimiento ante los estudiantes se deriva precisamente de lo que somos como personas; de nuestra forma de presentarnos, de nuestras modalidades de relación con ellos, y algo más contundente: la capacidad magistral y discursiva, fruto del dominio del conocimiento que se está entregando. En este sentido, buscar la dignificación del docente universitario, sería una forma de mejorar la calidad de la educación que se imparte. No es lo mismo un docente dedicado al trabajo a su universidad que aquel que tiene múltiples dedicaciones y que alcanza a llegar a toda prisa fatigado a dictar una clase y a salir despavorido para otro lugar en donde gana otros centavos para mejorar sus ingresos. Un docente satisfecho en su cátedra sabe que debe motivar la investigación y crear grupos y semilleros de trabajo para dimensionar las tareas de aula.


“Si la pregunta que ha de plantearse es la de si es más importante la necesidad de comida o la de actividad creativa, la necesidad de amistad o la de higiene, nos vemos atrapados en debates completamente carentes de sentido, puesto que todas estas necesidades aparecen en los aspectos más diferentes de la vida y de la actividad humana.” (Heller, 1996:69).

Más allá de la empleomanía Academica surgen otros problemas al docente que quiere estar de cara a los retos que le plantea la Universidad; en muchos casos los vemos corriendo con la necesidad de acumular méritos a cualquier precio, o intentando justificar lo que le paga la Institución. Deben escribir para revistas indexadas y no para movilizar el pensamiento en el ámbito universitario, y esto lo hacen porque esa es una de las formas de ganar un ascenso para unos pesos más. Además, los docentes que se dedican a su universidad, deben cumplir infinidad de tareas buscar maestrías y doctorados para mantenerse, asistir a seminarios, escribir libros, orientar investigaciones, atender estudiantes, preparar las clases. En muchos casos para su vida personal y familiar es poco el espacio que le queda. A estos docentes, responsables que sienten la institución que se esfuerzan porque sus clases sean las mejores deben dedicar mayor reconocimiento quienes guían los destinos de la Universidad.


Este aspecto se debe trascender en la universidad para que el ejercicio de enseñanza aprendizaje sea efectivamente un goce y no un espacio en donde se padecen discursos vacíos, o sobrecarga de videos con los que se intenta llenar falencias intelectuales. No es lo mismo llegar cada día al aula y soltar tu rollo y marcharse a otro lado a laborar, que organizar un proceso complejo de oportunidades diferenciadas de aprendizaje profundo y supervisar el itinerario personal que va siguiendo cada uno de los estudiantes en ese
proceso. La misión de un profesor universitario está en lograr que todos los alumnos lleguen a conseguir, con su ayuda, los aprendizajes óptimos que los buenos estudiantes son capaces de conseguir por sí mismos

Hacia la categorización y estimulo académico a sus docentes: Es necesario evaluar los procesos en cada facultad y establecer condiciones para los docentes de tiempo completo y crear la categoría de exclusividad como un estímulo y reconocimiento a los de tiempo completo que tienen pleno compromiso y posibilidades de tiempo para dedicarse a los procesos de calidad que asume la Institución. La exclusividad no puede entenderse como una imposición. Es un estímulo y un reconocimiento que viene acompañado con mejores condiciones laborales.


Los docentes de tiempo completo tienen obligaciones desde el Reglamento Académico, además de la legislación laboral que debe cumplir, por ello no es entendible el caso de ocupación de dos tiempos completos o hasta más, porque la tarea del docente no termina en su cátedra cotidiana. Las universidades deben evaluar el compromiso y las ocupaciones que tiene el docente nombrado de tiempo completo, para pasar a seleccionar los de exclusividad, de lo contrario ¿con quienes se puede trabajar en los procesos de alta calidad que hoy se le exige a la Universidad? ? Para los decanos una tarea: en la elección de los docentes más racionalidad y menos corazón y los consejos de Facultad deben entender las tareas urgentes de la universidad. No se trata de elegir nuestros amigos desde prácticas endogámicas sospechosas, sino aquellos que pueden además dedicar su tiempo a los procesos de docencia, investigación y proyección de los programas conforme a las directrices del plan de desarrollo, pero con una subvención laboral justa.

Muchos pasos se han dado para profesionalizar al docente universitario para que el ejercicio de la docencia no sea un lugar al que llega todo aquel profesional que no logró ubicarse en el ámbito laboral propio de su profesión. Pero además también se ha avanzado para que el profesional que llega con el ánimo de ser docente universitario, también entienda las tareas propias de su quehacer docente, y por ende su compromiso para asumirse en la formación en los campos de la didáctica y la pedagogía para que su ejercicio como docente tenga mejores posibilidades de éxito.

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