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«El Cuaderno de los Sueños»: Una Puerta al Mundo Interior de Nuestros Estudiantes

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En medio del ruido de contenidos, rúbricas y resultados, hay una voz que susurra algo distinto. Una voz que proviene de lo más íntimo del ser, donde el lenguaje no se escribe para calificar, sino para sanar, comprender y despertar. Esa voz es la del sueño, ese relato nocturno que muchos olvidan al amanecer… pero que otros deciden escribir, interpretar y convertir en acto pedagógico.

¿Qué sucede cuando un estudiante escribe sus sueños? ¿Y si esos relatos oníricos se transformaran en textos que no solo mejoran la escritura, sino que también abren ventanas al alma? En tiempos donde la educación clama por metodologías que conecten lo académico con lo emocional y lo humano, surge una propuesta tan poética como poderosa: «Un Sueño: Una Significación», del maestro Álvaro Churta Martínez.

Desde 2014, esta iniciativa ha crecido silenciosamente pero con profundidad, convirtiéndose en una alternativa real para desarrollar la escritura creativa, la comprensión textual y, sobre todo, la construcción del ser. El corazón de esta propuesta es una estrategia sencilla, pero cargada de significado: “El Cuaderno de los Sueños”, una bitácora donde los estudiantes narran sus sueños y luego los interpretan, reflexionan sobre ellos y les dan sentido.

Cada página se convierte así en espejo del alma, en un laboratorio de subjetividades donde el lenguaje se encuentra con la emoción, la imaginación y la experiencia vital. Lejos de limitarse a enseñar ortografía o redacción, el proyecto ha demostrado ser un espacio de sanación, descubrimiento y dignificación de la palabra.

Estudiantes marcados por la desmotivación, por entornos de violencia o precariedad emocional, han encontrado en este cuaderno un espacio seguro para decir(se), para volver a creer en su voz y en su capacidad de transformar su historia. Hoy más de 165 jóvenes lo han convertido en su diario íntimo, en su taller creativo, en un puente entre su mundo interno y la realidad escolar.

El impacto ha sido tan profundo, que esta experiencia fue nominada a los Premios a la Calidad de la Educación de Medellín, y actualmente se desarrolla en la Institución Educativa Marco Tobón Mejía, en Santa Rosa de Osos, donde se sigue ampliando su alcance y reconocimiento.

Una pedagogía que humaniza

«Un Sueño: Una Significación» no es una moda ni una técnica pasajera. Es una apuesta valiente por reencantar la escuela, por devolverle al aula su función esencial: ser espacio de sentido, de encuentro consigo mismo, con los otros, con el mundo.

El profesor Álvaro Churta lo entendió cuando decidió que no bastaba con enseñar gramática; que era necesario devolverle al lenguaje su misterio, su poder simbólico, su capacidad de transformar realidades. Por eso, “El Cuaderno de los Sueños” no es cualquier cuaderno. Es un terreno fértil para el autoconocimiento. En la página izquierda, el sueño narrado tal como se recuerda; en la derecha, su análisis, interpretación y reflexión.

La propuesta parte de una premisa poderosa: los sueños son textos que aún no han sido leídos. Y como todo texto, pueden ser comprendidos, resignificados y convertidos en fuente de aprendizaje. Desde la psicología analítica de Carl Jung hasta los planteamientos de Daniel Cassany sobre la escritura, el proyecto articula teoría y práctica en un ejercicio profundamente humano, donde lo académico no se aleja de lo emocional, sino que lo acoge con sentido y belleza.

¿Y si los sueños fueran el camino?

En un país marcado por desigualdades, violencia estructural y heridas invisibles, muchos estudiantes llegan al aula cargando un mundo que no saben cómo nombrar. Esta propuesta pedagógica los invita a hacerlo: a narrarse, a comprenderse, a proyectarse. No solo como autores de un texto, sino como protagonistas de su propia vida.

Los sueños, entonces, dejan de ser simples anécdotas nocturnas. Se convierten en herramientas pedagógicas profundas, capaces de generar transformación, sentido, comunidad.

Por eso, hoy queremos invitar a todos los educadores del país a conocer esta experiencia, a sumarse a ella, a dejarse tocar por su profundidad. Porque quizás, educar también sea interpretar símbolos. Quizás el lenguaje más potente no sea el que repetimos, sino el que descubrimos.

“El Cuaderno de los Sueños” no es una receta. Es un acto de amor pedagógico, una resistencia al olvido del alma en la escuela. Y también un acto de fe: fe en que cada estudiante es un universo simbólico que merece ser escuchado, leído y acompañado.

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