AQUÍ PUEDES ESCUCHAR ESTE ARTÍCULO/ PARE LA EMISORA

Por: José Eliécer Palomino Rojas

A lo largo del tiempo, generaciones enteras, han marchado bajo el sol y la lluvia, exigiendo algo que nunca debería ser negado, han levantado su voz en defensa, de dos pilares que sostienen la dignidad humana: la Salud y la Educación.

Los gobiernos de países y naciones, aunque hayan tratado de ofrecer soluciones, siguen sin alcanzar la razón verdadera que devuelva el valor humano a estos derechos. Se han firmado decretos, creado programas, hecho reformas, pero la realidad persiste: la desigualdad continúa y el pueblo sigue esperando una respuesta justa.

Los hospitales permanecen llenos, con pacientes a la espera de un tratamiento o cirugías oportunas, las aulas vacías de recursos, y los corazones del pueblo cansados de promesas.

Los sindicatos de maestros, organizados, como ADIDA, FECODE y tantos otros, han marchado, han llenado calles, avenidas y plazas de los pueblos y capitales, bajo consignas de justicia y esperanza, han gritado, han resistido con valor y esperanza, buscando que sus clamores lleguen más allá de los oídos del poder, pero lo alcanzado sigue siendo poco. Las conquistas son lentas, y las transformaciones profundas aún no llegan.

Los años han demostrado que la salud se convierte posiblemente en negocio, y la educación en privilegio. Ambas deberían ser derechos fundamentales, no mercancías sujetas al poder ni a los intereses económicos.

Así, como la educación es la columna vertebral de la razón humana pública, y como la razón humana pública la poseemos todos, de hecho la educación deberá ser para todos. Por tanto, es obligación del Estado proveer un sistema educativo gratuito de calidad integral y atención digna en salud y educación, para que todos, desde el más mínimo estrato social, alcancen niveles de preparación necesarios, con capacitación verdadera a la población de inclusión, para ejercer una buena, digna y humana ciudadanía dentro de sus derechos humanos y ciudadanos.

Ahora bien, es importante tener en cuenta que para educar a un niño no basta la escuela o el colegio. Hoy más que nunca se requiere la unión de todo un pueblo, municipio, ciudad y familias para que todo sea acorde con la razón humana pública. Ella exige mucho más que decretos o ideas políticas: un sistema educativo con proyección cultural, espiritual, ética, cívica y humana accesible y posible; con libros, medicamentos, alimentos sanos, diversiones sanas, exposiciones, museos, asociaciones culturales, concursos, etc.

Todo esto con la colaboración del Estado y sus instituciones, y sobre todo con la esperanza de avanzar con paz, concordia y armonía hacia un país más humano y digno de desarrollo.

Porque invertir en educación y salud no es gasto ni inversión perdida, sino la semilla que germina justicia, esperanza y equidad.

Solo así las naciones podrán decir que su horizonte respira justicia, paz, equidad, esperanza y verdadera democracia.

Esta crónica no busca señalar ni juzgar a ninguna administración o gobierno en particular, sino despertar conciencia sobre la necesidad universal de fortalecer la salud y la educación, como derechos humanos esenciales para todos. Shalom. JEPARDINI.

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César Asprilla Fundador y Director de la REEA, Magister en Gestión de las Tecnologías Educativas. Fans Page https://www.facebook.com/ceasmu1/ Contacto: +57 3006928728